El pasado día 12 en las noticias de antena3 se alertó sobre un aumento de casos de sarampión en toda España. La causa principal de este repunte está en que algunos padres, por temor a los posibles efectos secundarios de las vacunas, se niegan a vacunar a sus hijos. El miedo y la falta de formación sobre el tema, les llevan a poner la vida de sus hijos y la de los demás en peligro.
Esta noticia me trajo a la memoria otra lacra del pasado que vuelve para hacernos retroceder: el ojo por ojo. Como una enfermedad contagiosa avanza por nuestra sociedad con el objetivo de destruir los pilares de la convivencia basada en el diálogo. Primero se introduce en las familias. Por miedo a que sus hijos se conviertan en víctimas les incitan a devolver las ofensas sin dudarlo y les convierten en verdugos. Pero ya sabemos lo que el miedo y la falta de conocimientos es capaz de hacer.
¡Menos mal que ahí está el sistema educativo para frenar su avance!
Pero hay radica el verdadero problema. Ya se han notificado algunos casos de contagio entre profesionales de la educación. Se trata de profesionales de escasa o nula formación pedagógica. Profesionales que faltos de vocación, bien porque nunca la tuvieron, bien porque la perdieron en el camino, sucumben al fácil ojo por ojo, incapaces de implementar medidas mejores en sus aulas. Estos profesionales también suelen olvidar que su tarea no se centra solo en los contenidos, sino también en las formas. Si llegan tarde, dan una lección de impuntualidad; si ridiculizan, de crueldad; si etiquetan a un alumno, de discriminación...
Volviendo al símil sanitario, en caso de pandemia se vacuna de inmediato a los profesionales de los sectores necesarios para evitar un colapso de los servicios básicos. Por favor, vacunemos a nuestros profesionales de la educación contra el ojo por ojo. Si consigue hacerse con el sistema educativo estamos perdidos.
Por último, dada la vital importancia del asunto, si detectas algún caso de contagio del ojo por ojo, por leve que sea, entre el personal del sistema educativo, ponlo de inmediato en conocimiento de las autoridades competentes para su tratamiento.
Esta noticia me trajo a la memoria otra lacra del pasado que vuelve para hacernos retroceder: el ojo por ojo. Como una enfermedad contagiosa avanza por nuestra sociedad con el objetivo de destruir los pilares de la convivencia basada en el diálogo. Primero se introduce en las familias. Por miedo a que sus hijos se conviertan en víctimas les incitan a devolver las ofensas sin dudarlo y les convierten en verdugos. Pero ya sabemos lo que el miedo y la falta de conocimientos es capaz de hacer.
¡Menos mal que ahí está el sistema educativo para frenar su avance!
Pero hay radica el verdadero problema. Ya se han notificado algunos casos de contagio entre profesionales de la educación. Se trata de profesionales de escasa o nula formación pedagógica. Profesionales que faltos de vocación, bien porque nunca la tuvieron, bien porque la perdieron en el camino, sucumben al fácil ojo por ojo, incapaces de implementar medidas mejores en sus aulas. Estos profesionales también suelen olvidar que su tarea no se centra solo en los contenidos, sino también en las formas. Si llegan tarde, dan una lección de impuntualidad; si ridiculizan, de crueldad; si etiquetan a un alumno, de discriminación...
Volviendo al símil sanitario, en caso de pandemia se vacuna de inmediato a los profesionales de los sectores necesarios para evitar un colapso de los servicios básicos. Por favor, vacunemos a nuestros profesionales de la educación contra el ojo por ojo. Si consigue hacerse con el sistema educativo estamos perdidos.
Por último, dada la vital importancia del asunto, si detectas algún caso de contagio del ojo por ojo, por leve que sea, entre el personal del sistema educativo, ponlo de inmediato en conocimiento de las autoridades competentes para su tratamiento.
Hola Cristina,
ResponderEliminarComo comentas en el post, la sociedad se dirige a una lenta pero inexorable involución. Eso mismo que describes en las aulas y en los hogares se ve en todos los ámbitos. Cuando vemos las noticias en las que una familia gitana se venga de otra por cualquier afrenta, nos escandalizamos. Pero si mi vecino me araña el coche y yo se lo araño a el, no me doy cuenta que estoy haciendo lo mismo.
Es muy importante el ejemplo de los padres y docentes para evitar que los niños de hoy sean los adultos que en lugar de creer en la justicia se la tomen por su mano.