Quien no ha escuchado esta frase alguna vez en boca de algún tertuliano, cuando se conversa acerca de la conveniencia o no de la bofetada, el azote, la colleja... a la hora de imponer límites a los niños.
Los que se declaran en contra, lo consideran poco educativo y lo tachan de una forma leve de maltrato. Los que se declaran a favor, matizan que sólo en situaciones puntuales y relativizan sus consecuencias. Argumentan que a todos nos han dado algún que otro cachete y no estamos traumatizados ni nada por el estilo.
Cuando reflexiono acerca de este tema no puedo evitar compararlo con la violencia hacia las mujeres.
Son muchos los parecidos que encuentro entre ambos tipos de agresión.
Por desgracia, solo hallo una diferencia. Nuestra sociedad actual, en claro avance respecto a épocas anteriores, rechaza de manera rotunda cualquier violencia contra las mujeres y cualquier justificación para ella. En cambio, cuando hablamos de los niños, el avance se ha dado en el ámbito institucional, pero en la calle, demasiados ciudadanos siguen manteniendo una actitud ambigua que rechaza las palizas, a las que sin duda califican de maltrato, pero justifican el uso del cachete en determinadas situaciones. Creo que esta ambigüedad surge de la forma en que cada uno interpreta el maltrato. Un cachete puede que no deje secuelas físicas, puede que tampoco traumatice al niño de por vida, pero lo que resulta innegable es que maltrata la autoestima y deja nefastas secuelas educativas. Le enseñamos que cuando eres más fuerte que otro y crees llevar razón puedes pegarle para "convencerle" de hacer lo correcto ¡Cuantos lideres mundiales habrán pensado esto mismo antes de iniciar una guerra!
Los que se declaran en contra, lo consideran poco educativo y lo tachan de una forma leve de maltrato. Los que se declaran a favor, matizan que sólo en situaciones puntuales y relativizan sus consecuencias. Argumentan que a todos nos han dado algún que otro cachete y no estamos traumatizados ni nada por el estilo.
Cuando reflexiono acerca de este tema no puedo evitar compararlo con la violencia hacia las mujeres.
Son muchos los parecidos que encuentro entre ambos tipos de agresión.
- La situación de dependencia respecto al agresor. Esta dependencia puede ser emocional, económica o una combinación de ambas.
- La inferioridad de fuerza física respecto al agresor.
- El agresor considera al otro como un objeto de su propiedad. Se siente, además, en el deber de ejercer sobre este el papel de guía y enseñarle el camino correcto. ¡Como si alguien supiera a priori cual es!
- El menosprecio a las capacidades del otro como individuo. Se le considera inferior.
- Se culpa a la víctima de provocar con su comportamiento obstinado y desobediente la reacción violenta. Si hubiese hecho caso no habría pasado.
- Cierta exclusividad para usar la violencia como forma de manejar al otro.
Por desgracia, solo hallo una diferencia. Nuestra sociedad actual, en claro avance respecto a épocas anteriores, rechaza de manera rotunda cualquier violencia contra las mujeres y cualquier justificación para ella. En cambio, cuando hablamos de los niños, el avance se ha dado en el ámbito institucional, pero en la calle, demasiados ciudadanos siguen manteniendo una actitud ambigua que rechaza las palizas, a las que sin duda califican de maltrato, pero justifican el uso del cachete en determinadas situaciones. Creo que esta ambigüedad surge de la forma en que cada uno interpreta el maltrato. Un cachete puede que no deje secuelas físicas, puede que tampoco traumatice al niño de por vida, pero lo que resulta innegable es que maltrata la autoestima y deja nefastas secuelas educativas. Le enseñamos que cuando eres más fuerte que otro y crees llevar razón puedes pegarle para "convencerle" de hacer lo correcto ¡Cuantos lideres mundiales habrán pensado esto mismo antes de iniciar una guerra!
Si has perdido los nervios alguna vez, si te has visto desbordado a la hora de resolver un problema con tu hijo y le has dado un cachete. Primero, perdónate a ti mismo, errar es humano y todos lo somos. Después, pídele perdón a tu hijo, pedir perdón es de sabios y, puesto que estas leyendo sobre el tema, tu quieres serlo cada día un poquito más. Por último, reflexiona tranquilamente acerca de lo ocurrido y ten prevista para la próxima vez una manera mejor de reaccionar. Así crecerás como educador, mientras tu hijo crece como persona.
Si el diálogo no funciona, cambiemos las palabras que lo forman e intentémoslo de nuevo, cuantas veces haga falta, pero nunca abandonemos su camino para coger el camino corto de la violencia.
Hola Cristina,
ResponderEliminarEl tema de esta entrada es interesante y creo que merece la pena que lo comentemos.
Yo estoy de acuerdo a medias. Por supuesto creo que es importante intentar solucionar las cosas con el diálogo, pero no estoy totalmente de acuerdo con tu definición de maltrato y violencia, nunca justificaría una situación de maltrato ni de violencia. Un cachete, una palmadita en el culete puede ser un signo de violencia o no, creo que depende más del contexto que del hecho en sí.
Primero, creo que no tiene nada que ver con la violencia de género (no tiene justificación NUNCA y es un tema indiscutible), la intención de un cachete a un hijo o hija debe ser educar o corregir, no humillar ni intimidar, creo que es bastante importante la edad del niño o niña, no puedes ponerte a dialogar y a razonar con un niño de dos años.
Hay que diferenciar entre cachete y paliza, y entre educación y maltrato psíquico, ¿si castigo a mi hijo/a en su cuarto es maltrato psíquico?
En definitiva, creo que antes de dar un cachete hay que tener en cuenta:
- la situación, el contexto (imposibilidad de operar con otras alternativas y las razones)
- la edad del niño (momento evolutivo)
- la vulnerabilidad del niño (enfermedades, discapacidades, etc.)
- las consecuencias derivadas (daño potencial)
- la frecuencia
- la cronicidad (tiempo transcurrido entre el cachete y el acto que queremos corregir)
- la relación con el niño/a (un profesor/a, por ejemplo no debería usar este método nunca)
En mi opinión, esto es lo que diferencia un maltrato de una práctica educativa.
Y por supuesto, hacer del cachete un acto simbólico (sin fuerza y sin violencia, y NUNCA en la cabeza ni en cara).
En definitiva, según en qué circunstancias, no estoy en contra de una palmadita en el culete, siempre y cuando, no se más que eso.
Espero más comentarios de los que poder aprender.
Saludos,
Hola Tomás,
Eliminaren primer lugar, quiero agradecerte tu participación en el blog y tus comentarios.
Estoy totalmente de acuerdo en que el contexto es fundamental para entrar a valorar un cachete o palmadita en el culete. Muchos, cuando jugamos con nuestros hijos, les damos palmaditas en el culete e incluso algún que otro mordisco amoroso. Pero los cachetes y palmaditas en el culete a que me refiero son de otro tipo.
Puede que la mayoría de padres que dan un azote a su hijo lo hagan con intención de educar o corregir, pero eso no lo convierte en educativo en mi opinión.
Además hay algo que no entiendo. Si el cachete o palmadita en el culete es una practica educativa en tu opinión ¿Por qué crees que un profesor no debería usar este método nunca?
¿Acaso no son los responsables de educar y corregir a nuestros hijos durante muchas horas al día?
Esta es la ambigüedad que actualmente hemos abandonado a la hora de valorar la violencia contra las mujeres, pero seguimos manteniendo cuando hablamos de los niños.
De nuevo muchas gracias y un saludo.
Hola de nuevo,
ResponderEliminarGracias por responder. En primer lugar no quisiera dar la impresión de estar defendiendo un acto de violencia, ni mucho menos un caso de maltrato. Espero que no se me malinterprete. Me parece muy plausible y admirable que una madre/padre no utilice el "cachete" con su hijo/a, no quiero dar el mensaje de "cacheteen a sus hijos para educarlos".
Lo que intento "defender" es la definición de maltrato infantil. Es cierto que sigue existiendo en nuestra sociedad cierta ambigüedad con la violencia infantil, pero también es cierto que hoy es cuando los niños/as están más protegidos por la ley y el maltrato infantil real está menos tolerado socialmente. Por eso, creo que en esos casos donde existe esa ambigüedad son los casos que no soy partidario de calificar siempre como maltrato infantil.
Es cierto, que hay que ser muy crítico con la violencia pues a veces se disfraza con vestidos muy sutiles, y aunque la tengamos delante de nuestras narices puede que no siempre seamos capaces de verla. Apoyo la mirada crítica para destacar cualquier tipo de maltrato ya sea físico y psíquico. Pero no debemos confundir lo uno con lo otro. Creo que en realidad estamos en el mismo bando, discutiendo sólo las perspectivas o pequeños matices. Cosa que me parece muy interesante, por cierto.
En cuanto a tu pregunta sobre por qué el profesorado no debería utilizar el cachete, pues creo el profesorado se mueve en un contexto diferente con unas relaciones personales con el menor diferente a la de las madres / padres, y por lo tanto no se le permite que utilice las mismas prácticas educativas. Cada práctica educativa tiene su lugar y su momento. La familia y la escuelas son ámbitos muy diferentes y requieren medidas distintas para uno y para otro.
Si hablamos de ese "otro tipo de cachete" que tu comentas, entonces estoy totalmente de acuerdo contigo en que tenemos que arroyar un poco de luz sobre esa ambigüedad, no voy a defender de ninguna manera "ese otro tipo de cachete" que ya tiene otro nombre, un tortazo no es una palmadita en el culete, y en eso, repito, estoy totalmente de acuerdo.
Perdón por mis comentarios tan largos. :))
Gracias, Tomás
Hola Tomás,
Eliminarde nuevo quiero agradecerte tu participación. Estoy encantada de contar con tu opinión y debatir contigo.
Como veo que es el término maltrato y sus distintas interpretaciones lo que separa nuestras posturas, te propongo que dejemos a un lado las definiciones para centrarnos en la valoración del hecho en sí.
El hecho en sí, y sobre el que quiero hacer reflexionar, es que la violencia hacia las mujeres no siempre estuvo mal vista y se consideró algo reprobable y carente de justificación.
Hubo un tiempo en que se veía normal. Nadie se escandalizaba ante el hecho de que un hombre (padre, marido...) cacheteara a una mujer para tratar de corregir un comportamiento "incorrecto" en ella. Por suerte, hoy día, incluso dar un cachete a una mujer se considera fuera de lugar. No existe ambigüedad. No caben justificaciones de ningún tipo.
Sin embargo, con los niños seguimos manteniendo esta ambigüedad social que, en mi opinión, no es buena. Creo que nos corresponde a todos reflexionar y dar un paso hacia delante para eliminarla.
Antes puede que la gente no conociera formas mejores de corregir y educar a sus hijos. Actualmente, sin embargo, se dispone de técnicas mejores que el cachete y de buenos profesionales, capaces de ayudarnos en esta difícil pero hermosa tarea que es educar.
De nuevo muchas gracias y un saludo.
Hola de nuevo Cristina,
ResponderEliminarYo también estoy encantado de debatir contigo. Y creo que está vez tienes toda la razón, mejor dejar a un lado las definiciones ya que nos estaban desviando un poco del tema.
Yo incluso te propondría dejar de valorar el hecho en sí, pues creo que también coincidimos en esto, no es la mejor y la más deseable de las prácticas, y existen otras mucho mejores.
¿Qué te parece si nos centramos en ese "paso adelante para eliminarla"? Es decir, qué medidas crees que deberían mejorar, a nivel legislativo, jurídico y/o sociocultural. ¿reformar la ley del menor, hacer una campaña de sensibilización, denunciar la práctica del cachete, taller de prácticas educativas para padres/madres...?
Yo te propongo indagar un poco en el ámbito sociocultural y que realicemos una pequeña encuesta o cuestionario (en surveymonkey.com, por ejemplo o en este mismo blog si quieres) para que nos hagamos una ligera idea sobre cuál es la tolerancia social hacia el cachete y valorar por encima esa ambigüedad, y dependiendo de los resultados poder seguir dando más pasos o no.
¿Qué te parece? No nos va a quitar mucho tiempo, yo no tengo mucho y el semestre que viene tendré menos aún, pero realizar una encuesta, colgarla en la web y pedirle a nuestros amigos y familiares que la rellenen no nos tiene porqué robar mucho tiempo.
Espero tu respuesta,
Saludos, Tomás
Hola Tomás,
ResponderEliminarme parece muy interesante la idea de valorar, mediante un cuestionario en el blog, la opinión de la gente acerca del tema.
De hecho, te propongo realizar con estos datos un pequeño trabajo de investigación estadística. Después de los exámenes podemos trabajar los items del cuestionario y concretar más.¿Que te parece? Espero tu respuesta.
De nuevo muchas gracias y un saludo.
Me parece genial, después de los exámenes (18 feb en adelante) te vuelvo a escribir y nos ponemos manos a la obra.
ResponderEliminarEnhorabuena por el blog. Y mucha suerte con los exámenes.
Saludos,
Fantástico.
EliminarMuchas gracias a ti por tu participación. También te deseo mucha suerte con los exámenes.
Un saludo.
En efecto, creo que la palabra puede ser un gran medio de educación si sabemos emplearlo de forma correcta.
EliminarEn mi infancia me regañaron y me dieron algún que otro cachete,sin embargo lo que mejor guardado tengo son las palabras.Aprendí de ellas y no de los cachetes.Las palabras, a veces pueden llegar tan hondo de nuestro ser que hacen que recapacitemos y cambiemos una conducta inadecuada.
La palabra es un gran medio de convicción que, incluso sin llegar a entender bien el porqué de algo, creemos firmemente en ello.(¡que se lo pregunten a los políticos!) Y me parece más sano creer en algo de una manera pacífica que no a base de capones.
Un saludo,
Hola Shiuka,
Eliminarquiero agradecerte tu comentario.
Estoy totalmente de acuerdo. Creo que cuando usamos las palabras para enseñar a un niño, estas le llevan por el camino de la reflexión y le invitan a mejorar. En cambio, los cachetes, las collejas... transmiten un mensaje de imposición y solo suscitan en el niño sentimientos de rabia y de rencor.
Un saludo.
Hola Cristina:
ResponderEliminarSiento haber tardado tanto en escribir, ya casi estamos acabando el curso, espero que te haya ido en los exámenes de febrero y que tengas suerte ahora en los de junio.
Perdón por no haber escrito antes para hacer esa encuesta de la que hablábamos, por motivos personales me ha resultado totalmente imposible.
Un saludo, Tomás