Este fin de semana en casa hemos vivido un fin de semana de cine. Hemos rodado este corto que os presento en exclusiva y que ilustra mi concepto de ecología humana. Espero que os guste....
La conciencia ecológica se ha
incrementado de manera notable en los últimos años. La ecología lo impregna todo:
agricultura ecológica, coches ecológicos, viviendas ecológicas, contenedores de
basura ecológicos, etcétera. Asuntos como el calentamiento global o la
necesidad de llevar a cabo un desarrollo sostenible nos resultan tremendamente
familiares. Incluso los niños aprenden en el colegio, desde edades tempranas, la
importancia de cuidar el medio ambiente como forma de garantizar un futuro
mejor.
Si preguntamos a un niño que
puede hacer para
ayudar a nuestro planeta nos hablará del reciclaje y sus colores:
verde para el vidrio, azul para el papel, amarillo para los envases; de la importancia de ahorrar agua: ducharse en lugar de bañarse, cerrar el grifo mientras te lavas
los dientes; de que hay que ahorrar energía: apagar la tele si no la estas
viendo, las luces cuando sales de una habitación... Tiene claro que para cuidar
el medio ambiente cada pequeño gesto cotidiano cuenta
y que juntos podemos salvar nuestro planeta.
Si preguntamos a un niño que
puede hacer para
ayudar a otros nos hablará de días y campañas: campaña de recogida
de comida para las personas que no tienen; campaña de recogida de juguetes para
los niños que no tienen; campaña para recaudar dinero para hacer escuelas en
países donde no hay y los niños no pueden ir al colegio... Todas estas cosas
tienen en común que son grandes y fantásticas acciones destinadas a ayudar a
los demás. Sin duda, es maravilloso concienciar a los niños de que, más allá de
su entorno inmediato, hay gente que necesita ayuda; pero, sin olvidar enseñarles a cuidar y respetar a las personas de
su entorno más cercano día a día, mediante sus pequeños actos cotidianos.
Las normas básicas de convivencia son algo que los niños dominan
en teoría pero que no manejan con suficiente destreza en el terreno práctico. Es
hora de que los manuales de normas de convivencia abandonen el cajón del
anonimato en los centros escolares y se conviertan en protagonistas de la vida
diaria en las aulas por medio de juegos, talleres, actividades, debates... Debemos aumentar el número de horas que dedicamos a trabajarlas con los niños.
Enseñémosles a ver que: su compañero de al lado que no deja de
moverse y siempre acaba metiéndose en algún lío; aquel que siempre ocupa la
última fila y es poco hablador; aquel
que pasa el recreo solo en un rincón del patio sin jugar con nadie, son también
personas que necesitan de toda su ayuda y comprensión. Enseñémosles a no
burlarse los unos de los otros, a no aislar al diferente, sino a aceptarle como es y tratar de ayudarle,
a compartir, a cooperar...
Trabajemos para que la próxima vez que alguien pregunte a un niño
que puede hacer para ayudar a los demás no solo piense a lo grande. Para que
sea consciente de que en este terreno, también, cada pequeño gesto cotidiano cuenta.
Enseñémosles ecología humana.
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